miércoles, 8 de junio de 2011

LA TRAMPA DE LA ASERTIVIDAD

Hay un nivel social que requiere de una asertividad funcional importante. De hecho, hace tiempo que está mal visto dejar aflorar tus emociones, llorar en público, gritar ante un gran susto, incluso reir a carcajadas. Antes esto sólo estaba mal visto en la realeza y la alta burguersía. Ahora estos parámetros de comportamiento han invadido gran parte de la sociedad.

Se educa a los niños a que se limpien la nariz con el pañuelo, a que se laven las manos antes comer, y también, a que no lloren demasiado ante un golpe fortuito y a que no salgan en estampida del colegio para llegar rápido al parque. Se les modela, se les corrige, se les quita el instinto de liberar la emoción hacia fuera, de compartir, de entusiasmar al que tienes al lado y comunicar.

Entre una respuesta exagerada de gritos e insultos en una discursión y la sensación de pasividad que supone una respuesta asertiva y neutra del tipo no me parece correcto lo que acabas de decir, hay todo un paisaje de posibles respuestas que pasan por torcer el gesto y decir lo que realmente piensas y sientes sin herir.




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