Hace más de dos años que empezaron los síntomas, posiblemente tres. Primero me resfriaba mucho, después me quedaba afónica, faringitis, febrículas, contracturas en el cuello, mareos contínuos, visión borrosa, dolores de cabeza y, finalmente, un cansancio terrible que no pasa con el descanso. Se me olvidaba el dolor en las manos y un sarpullido rojo y con escamas en las mejillas.
Fui de un médico a otro: cardiólogo, reumatólogo, traumatólogo, otorrino, dermatólogo, oculista... Y me hicieron toda suerte de pruebas: analíticas, radiografías, resonancias... Todo daba negativo. Con cada visita, con cada prueba, una alegría al descartar la posibilidad de una enfermedad terrible y una nueva incertidumbre al no saber qué me pasaba. Sentía que me lo estaba inventando yo, que nadie me creía y eso me entristecía mientras los síntomas aparecían y desaparecían y mi estado general empeoraba poco a poco.
Dicen que tengo SFC, síndrome de fatiga crónica, y todavía me parece mentira.
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