Movilizaciones del 15- M. Artículo de Julio
Son los nuestros
Julio Anguita
Están hartos. Saturados de
discursos y prácticas tramposas. Escandalizados de que tanto ladrón
ilustre acapare los flashes y las cabeceras de los informativos en lugar
de las crónicas de los juzgados de guardia. Dolidos por causa de la
sordidez de las políticas al uso, aparentemente dictadas por esos
inventos exculpatorios denominados mercados. Atónitos ante la
degradación y caricaturización de conceptos como Justicia, Libertad o
Democracia. Zaheridos por el permanente agravio que suponen el
despilfarro de una minoría frente a los esfuerzos infructuosos para
supervivir, de una mayoría. Lúcidamente rebeldes ante una pasividad
generalizada y además cultivada por la cultura oficial instalada en
medios de comunicación, el adocenado lenguaje político al uso y los
penosos discursos de tantos tenores huecos.
Se han lanzado a la calle y la siguen llenado sin complejos, poniendo
en evidencia a quienes debían y debíamos haberlas llenado antes. Creo
que todavía no son plenamente conscientes del valor y del ejemplo de su
acción; no sé si han caído en la cuenta de lo que apuntan, de lo que han
empezado a entreabrir y orear. Tienen la ingenuidad y la imprudencia de
todos aquellos que se han atrevido a decir que el rey está desnudo y
que la farsa es eso, una farsa.
Y lo
hacen- a tenor de las declaraciones de sus portavoces- con una finísima
mezcla de sentido común, valentía moral y madurez ciudadana que los hace
casi únicos en este páramo berroqueño en el que la Ética y los valores
ni cotizan en bolsa ni tampoco en las urnas. España siempre se parece a
sí misma. Por las trazas se deduce que ellos se suman con fuerza joven a
una minoría que siempre ha intentado acabar con esa miseria de nuestra
historia. Tienen vocación de mayoría cívica capaz de desalojar de su
aconchado caparazón a esa otra mayoría que traga connivente y cómplice.
Los he acompañado por la calles de Córdoba el día 15 y me he sentido de
ellos. A mis años y con la hoja de servicios amarilla de tiempo he
sentido el impulso de intensificar ante mí y ante los míos, mi nunca
abandonada lucha. Son los nuestros; y esta expresión quiere poner
especial énfasis en la acepción de pertenencia que el posesivo conlleva;
son los nuestros porque les pertenecemos. Son los nuestros porque
rezuman aquella voluntad de cambio que otrora dio sentido a nuestra
apuesta política. Lo han dejado claro, son apartidistas pero no
apolíticos. Gracias compañeros y compañeras por esa decencia y
sabiduría que por desgracia sólo están al alcance de vosotros y unos
pocos más
Creo, como
comunista organizado, que nuestra militancia comunista exige de nosotros
y a título personal, enrolarnos, comprometernos y engrosar sus filas
sin más soldada ni recompensa que la gratificante sensación de que
volvemos de nuevo a galopar hacia Utopía; o lo que es lo mismo hacia la
honestidad, la justicia, la igualdad y el lenguaje limpio y veraz al
servicio de la comunicación de ideas.
Cuando acabe el coro de grillos en el que el bipartidismo y adheridos
han transformado la campaña electoral y asistamos al rigodón de pactos,
repactos y contrapactos, no olvidemos que ya hay quien nos mira limpia y
organizadamente; ya hay quien nos va a demandar algo más que lo
políticamente correcto para hoy y hambre para mañana. Los mejores
editoriales, las más incisivas crónicas, los más claros análisis y los
juicios más justos no se hacen ahora en los medios (casi siempre
mediatizados) sino en las calles y plazas de España.
Demostremos que Democracia es mucho más que el rito cuatrienalmente repetido.
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