sábado, 21 de mayo de 2011

SIMPLIFICACIONES

Los medios de comunicación suelen buscar lo que ellos llaman el titular. Estamos de acuerdo en que el titular tiene que ser atractivo, atrayente, que invite a leer el artículo. Pero también coincidiremos en creer que ese titular debería contener lo esencial del texto. Desgraciadamente acaba, en la mayoría de las ocasiones, por imperar la primera de las características, ignorando e incluso pervirtiendo, el verdadero significado de la reflexión que le sigue. A eso le llamo no sólo simplificar sino también llevar a engaño, tergiversar o, directamente mentir.

En esta moda de etiquetarlo todo, de emitir consignas cortas y rápidas que corran por los medios, las simplificaciones tienen un gran recorrido. Muchas de ellas llevan directamente un adjetivo que con el tiempo, parece formar parte casi del sustantivo al que califica: jóvenes promesas, director maldito, prensa rosa... A mí entender éstas no tienen más intención que la de constatar un hecho y no tener más luces para utilizar otros sinónimos.

Pero qué decir de las siguientes parejas de sustantivo + adjetivo. ¿No tienen ninguna intención? ¿Són producto de la casualidad? ¿Se utilizan sólo cuando la ocasión y la circunstancia lo requiere? Pondré algunos ejemplos ilustrativos: izquierda radical, energía nuclear limpia, problema vasco, huelga salvaje, violencia doméstica (casera, cercana, poco importante)... Recuerdo muchas más, unidas a imágenes que nada tienen que ver con la noticia y que pretenden crear una noticia que no existe.

Simplificar el mensaje para manipular, para mentir. Dejar ese "titular" en el aire para que sea repetido por toda suerte de diarios, noticieros, reporteros... Para que quede en nuestro subconsciente la idea de izquierda mala, nuclear segura, Euskadi un problema siempre (con o sin ETA, siempre será un problema). La idea aberrante de que las mujeres asesinadas por sus maridos o parejas, están menos muertas porque es una muerte casera, familiar, cercana. La conclusión de que la huelga no es un derecho de los trabajadores y trabajadoras, sino una manera de tocar los pinreles y no dejarnos llegar a nuestros trabajos esos violentos piquetes. Para nada se explica que esos piquetes están formados por trabajadores como tú y como yo, y que no cobrarán ese día de festival piquetero. Por supuesto no deducimos que lo que se consiga, sea poco o mucho, será para todos y cada uno de nosotros: los huelguistas y los no huelguistas, incluídos los violentos piquetes.

Y se acaba por borrar de un plumazo nuestro estado de derecho y las instituciones que lo componen, cuando se deja caer sin pudor frases como todos los políticos son iguales, los sindicatos están pagados con nuestros impuestos, votar no sirve para nada...

En verdad que no tenemos el mejor sistema posible de gobierno, y que a veces me avergüenzo de lo que tenemos que padecer de alguno de los incompetentes a los que hemos votado. Pero eso es la democracia, la cual, no sólo nos invita a votar cada cuatro años, también podemos participar de ella de manera más activa. ¿Quién nos impide tomar parte y pasar a ser uno de esos sindicalistas privilegiados a los que todos pagamos? Si tan fácil es la política y tan bien se vive de ella, ¿por qué no hay bofetadas para militar en un partido? Y tampoco hay que subir tan alto, porque ninguno de nosotros es presidente de escalera por vocación. 

Quizás nos sea más sencillo decir que todo va mal, que nada sirve, que nadie hace nada, para justificar que nosotros tampoco estamos haciendo mucho con nuestros actos. Es más, colaboramos a que todo siga como está con nuestro silencio y dejar hacer. Somos cómplices, somos partícipes, somos consentidores.





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