lunes, 23 de mayo de 2011

NECESITO RECORDARTE, ERNESTO.

Aprendimos a quererte con pegatinas de tu imagen y frases escritas en las carpetas. Teníamos dieciséis diecisiete, ..., chirucas y nos creíamos diferentes. Eras valentía, esperanza y ejemplo de dignidad y coherencia, para nosotros, indiscutible referente alternativo. Decir “Che” era decir “se puede”, dejarse de filosofías y pasar a la acción.

En algún momento saliste de la imaginería estudiantil, y cobraste forma humana. Te dibujamos hombre mientras comenzábamos a saber de tu vida, de tu lucha, de tus enemigos, de tu asesinato. Nos envolvían sonidos de revolución de la mano de Víctor Jara, de Quilapayún, de Carlos Puebla, Pablo y tantos otros. Conocimos la solidaridad y el compromiso, pero también el oportunismo y la explotación y la mentira del poderoso.

Seguiremos adelante, porque para nosotros eres algo más que el producto de la mitomanía de consumo a la que cínicamente te quieren convertir tus mismos asesinos. Porque sabemos que no se puede seguir de otra manera: avanzando. Porque los poderosos siguen ahí, todavía, dando eternas vueltas de tuerca a la miseria. Porque la ilusión por un futuro mejor, Ernesto, no la perdemos pese a los problemas internos de la izquierda, los bloqueos y las crisis económicas. Y porque no podemos permitir que se olvide la historia de un luchador revolucionario, tras una foto bajo cualquier soporte de objeto vendible. Porque tú exististe, existieron tus ojos, tu pelo largo y tus silencios. Claro que seguiremos, ¡hasta la victoria siempre, Comandante!

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